Sagrada Carne: Poemas Zombis, Marre Alejandro

Rick Deckard es el protagonista de una gran novela: Do Androids Dream of Electric Sheeps. Rick Deckard tiene un grave problema, su trabajo. El trabajo de Rick Deckard es detectar, examinar, identificar y aniquilar androides. Los androides que Deckard da de baja son de tecnolog a tan sofisticada que vienen con una memoria inserta que les permite tener recuerdos artificiales. Se sue an ni os, adolescentes y adultos... aunque todos sean prototipos de adulto joven. Sin embargo el dilema de este magistral relato es que Rick Deckard a veces encuentra m s sentimientos en un androide que en un ser humano, situaci n que complica su vida al punto de renunciar al valor de la existencia.

La novela m s reconocida de Philip K. Dick es entonces un tratado acerca del fracaso de las emociones. Fracasar es de humanos, por eso los replicantes y los zombis hacen buenas migas. Unos necesitan creer que est n vivos para integrarse y otros necesitan alimentarse de los no-muertos para continuar su largo estadio de podredumbre. Mientras un robot no tenga conciencia de su realidad, jam s tendr ansiedad, depresi n, p nico, soledad. Mientras un zombi no comulgue con la culpa de ser una f brica muertos, no escribir poes a ni lo abarcar tica alguna que lo lleve a conclusiones metaf sicas.

Recorrer un mall la tarde de un domingo me recuerda las pel culas de George Romero: una manada babeante de cad veres ambulantes que rompen las ventanas y las puertas de una caba a olvidada en el bosque, buscando consumir la esencia de la condici n humana: el miedo a la muerte. Siempre he pensado en Philip k. Dick y en George Romero como los grandes visionarios de la narrativa del Siglo XX. Cada d a nos adocenamos m s, nos perdemos m s. Aunque nuestros para sos artificiales son caducos, arrastramos la vaga esperanza de que algo devuelva el fuego a la brasa perdida. Babosadas y costumbres. Sin estos antecedentes, no me es f cil hablar de Sagrada Carne. Alejandro Marr me devuelve este incre ble diario zombi, luego de que hace m s de un a o concluimos que estos eran reales, mientras beb amos pl cidamente botella tras botella de vino tinto. Nos re mos hasta que se nos cayeron los rellenos de las muelas (no quiero contar m s detalles de la conversaci n), pero imagin bamos a viejos amigos nuestros convertidos en esa subespecie de antrop fagos. Me divierte tanto este libro, porque los zombis en realidad son felices mientras nadie les aclare su condici n y mientras no divaguen en la superstici n de lo correcto o de lo incorrecto. Ser zombi es una afortunada lecci n de poes a. Sagrada Carne de Alexandro Marreus es acaso el primer libro de f bulas que he le do con esta tem tica. Tan actual. Tan Guatemala. Tan Latinoam rica. Tan el mundo. Qu cabe m s decir?